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miércoles, 13 de noviembre de 2013
Hacemos un jardin zen en miniatura
Desde que tengo conciencia, soy una enamorada de Japón, de sus costumbres, su comida y de hecho, tengo algunos buenos amigos de allí. Por eso no es raro que me encanten los jardines zen con toda la serenidad y la relajación que aportan...el problema es que vivo en un piso sin patio ni balcón (aunque con mucha luz, jejeje) y por razones de espacio no puedo poner uno de gran tamaño pero sí uno pequeño encima de una mesa o escritorio.
Aprovechando que los días son más cortos y que apetece menos estar en el parque con los niños, os traigo una actividad para hacer con los más pequeños: un mini jardín zen.
Hace tiempo que hice esta actividad con el mayor; de hecho, ni siquiera había nacido la hermana y la verdad es que los dos disfrutamos mucho preparándola. Por eso mismo, ni siquiera tengo fotos de cómo nos quedó ya que entonces no andaba yo pensando en colgar las actividades con los peques en un blog.
¿Qué hace falta para un jardín zen?
Para comenzar, hace falta el contenedor del jardín. Nosotros utilizamos un recipiente que habíamos utilizado antes como jardín para cactus...ya sabéis: REUTILIZAR!!
El contenedor lo rellenamos con arena finita de la playa que recogimos el fin de semana anterior y lo decoramos con unas piedras y unos pequeños brotes de bambú que teníamos.
Finalmente, colocamos un pequeño rastrillo que teníamos por casa pero que, si os digo la verdad, no sé ni de dónde salió.
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