lunes, 12 de enero de 2015

Navidad, triste Navidad...



De entrada os aviso a todos que esta no va a ser la clásica entrada del blog en la que os cuento las cositas que hemos estado haciendo los niños y yo, nuestros planes de Navidad o los juegos a los que llevando jugando varios días...Las pasadas Navidades han sido especialmente duras porque hemos tenido que enfrentarnos al fallecimiento de un ser muy muy querido: mi abuela.

Unos poquitos días antes de Nochebuena, tuvieron que ingresarla porque se había puesto muy muy enferma; el año pasado por las mismas fechas también estuvo ingresada y llegamos a pensar que no iba a salir pero se recuperó más o menos y durante todo un año ha estado aguantando. Esta vez los médicos nos dijeron que poco se podía hacer por ella y que el fallecimiento era cuestión de horas...horas que se convirtieron en días y luego en semanas de lucha sin descanso hasta que finalmente, su cuerpo dijo ¡basta! el día 4 de enero rozando la medianoche.

¡Qué ironía de la vida! Morir justo en plenas Navidades una persona que adoraba las fiestas navideñas, que era conocida por las bromas tan elaboradas en los Santos Inocentes, que cantaba villancicos maravillosamente y que te transmitía la alegría de la Navidad a poco que la tuvieras cerca.

Como os podéis imaginar, tuve que hacer de tripas corazón y contarles a los niños lo que había sucedido; ellos ya sabían que mi abuela estaba muy enferma y que, esta vez,  no iba a curarse; de hecho, cuando mi abuelo murió hace casi cinco años también le expliqué a Carlos lo que había sucedido aunque, lógicamente, no lo entendió tan bien como ahora.

 Los dos comprendieron la situación -cada uno a su manera-, me achucharon y me consolaron porque sabían que estaba muy triste y también comprendieron perfectamente que la tarde del día 5 yo no podía acompañarlos ni a ver la cabalgata de los Reyes Magos ni a ver y abrir los regalos que los Reyes les dejarían en casa de sus abuelos...también comprendieron a la perfección que el día 6 por la mañana había que madrugar un poquito más para abrir los regalos pero que mamá tenía que marcharse para poder despedirse de su abuela...¡Qué lección me dieron mis hijos!

Creo que a pesar de lo triste y duro de la situación el poder transmitir y explicar a tus hijos el dolor que sientes en un momento determinado, ayuda a sobrellevar la situación muchísimo mejor sobre todo porque, en mi opinión, no se trata de que a sus ojos seamos super-padres sino que nos puedan ver como las personas que somos en realidad, con nuestros defectos y virtudes, nuestras fortalezas y debilidades. Me lleno de orgullo cada vez que mi hijo mayor se me acerca para darme un beso porque "mami, así estarás un poquito menos triste por tu abuela".


2 comentarios:

  1. cuànto lo siento... es verdad que no es la mejor época para morir, pero te imaginas que pudiéramos elegirlo? claro que no estarîa mal...
    los ninyos saben mucho màs de lo que podemos pensar a veces y se dan cuenta perfectamente de nuestro estado. muchos besos

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    1. Gracias bonita! Afortunadamente, la fecha de la muerte no se puede elegir no creo que nos viniera bien ningún día :)
      La verdad es que a pesar de la tristeza, el trance me ha servido para darme cuenta de los hijos tan maravillosos que tengo y de la gran sensibilidad y empatía que tienen (cada uno en su edad, claro).

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