La semana pasada aprovechamos que los niños tenían dos días sin cole para hacer una escapada a Salobreña, un precioso pueblo costero de Granada al que llevamos bastantes años yendo a veranear.
La idea básicamente era pasar unos días lejos del estrés y ajetreo diario con los niños, alejarlos de las obligaciones diarias, de las carreras por llegar a las extraescolares del mayor y todas esas historias que os sonarán a casi todos...
Bueno, pues ya tenemos las piedras y ya sólo nos quedaba pintar con un rotulador permanente los puntitos y...¡voilá! ¡Ya está listo para jugar!
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