Después del éxito de nuestra primera caja sensorial, este fin de semana les he preparado a mis peques la segunda de ellas y, como uno de los factores que más les gusta es el efecto sorpresa, aproveché que la peque estaba durmiendo la siesta y que el mayor estaba leyendo y se la preparé.
De momento, están aprovechando la misma caja pero creo que va a ser más interesante tener una para cada uno ya que las edades son muy diferentes y los intereses también…Quizás con la peque sea más interesante la estimulación sensorial y el desarrollo de la psicomotricidad y con el mayor podemos aprovechar para aprender más sobre temas que le interesan; ahora le apasionan los animales y los dinosaurios y es una buena excusa de acercarnos a esa temática.
La base de la caja está compuesta, como veis, de garbanzos secos y, junto con cucharas de varios tamaños y pequeñas flaneras metálicas, le coloqué un embudo y algunas pajitas…como veis, más sencilla, es imposible.
Esta vez la que más ha disfrutado de la caja ha sido la peque; primero, empezó a jugar con los garbanzos, primero cogiéndolos de uno en uno, luego unos poquitos y finalmente un buen puñado de ellos. Cuando se cansó de jugar con las manos, empezó a jugar con las cucharas y pasaba los garbanzos de las cucharas más grandes a las flaneras o al embudo y alucinaba viendo como iban atravesándolo.
Está siendo todo un descubrimiento lo que disfrutan con las cajas y lo sencillas que son de hacer…de hecho, ya tengo pensado cual puede ser el contenido de la siguiente porque el puente de los Santos lo vamos a pasar en la Sierra de Las Villas con la familia.
Como ya estamos de lleno en el otoño, para evitar que ellos pasen frío, coloqué una sábana doble en el suelo y, de paso, me sirve para tener los garbanzos algo más controlados, que no es poco.
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