miércoles, 27 de noviembre de 2013
Teteando, teteando
Si, cuando me quedé embarazada de Carlos, alguien me hubiera dicho que iba a tener dos lactancias prolongadas, simplemente lo hubiera tachado de loco…
Lo que es la maternidad, te pone patas arriba tu vida, tus planteamientos y tus ideas preconcebidas…arrasa con todo aunque, en mi caso, todo ha sido para mejor.
En el caso de Carlos, la lactancia duró dos años y aunque los inicios fueron muy complicados porque tenía muy poca información, el parto fue por cesárea y aparecieron las temidas grietas, a base de leer muchísimo y gracias al apoyo de mi madre, conseguimos superar esos primeros días e incluso, pasado el primer año, una mastitis y eso a pesar de que el médico de cabecera se empeñaba en destetar.
Evidentemente, cuando Laura nació las cosas fueron bien distintas porque, aunque también fue una cesárea la información y la experiencia fueron impagables…¡ya sabía cómo debía hacer las cosas! De hecho, empezamos a colechar desde el minuto 0 en el hospital y eso a pesar de las miradas de espanto que a mí, lógicamente, me resbalaron.
Y aquí seguidos, Laura cumplió en agosto dos años y seguimos con una feliz lactancia, deseada por ambas, sin visos de que vaya a terminarse de un día para otro. Casi no hace tomas diurnas y sólo la utiliza para conciliar el sueño por la noche…¡bendida teta-chupete!
Lo mejor de todo es que, a diferencia de la experiencia de otras mamás, a mí dar el pecho nunca me ha resultado un impedimento para viajar; de hecho, tanto con Carlos como ahora con Laura viajamos por España y el resto de Europa, unas veces en coche y otras en avión y la verdad es que nunca he tenido ningún problema en darle el pecho a ninguno de ellos. Para mí, desde mi experiencia es una auténtica liberación.
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